jueves, 2 de abril de 2009

EDITORIAL

En la filosofía moderna se desarrollan temas tanto epistemológicos, como éticos y políticos. En esta editorial nos vamos a centrar en la propuesta política de la filosofía moderna, basándonos en John Locke y su idea de libertad. 
Si nos ubicamos en el siglo XVII, siglo en el cual todavía regía un gobierno monárquico, donde el poder estaba en las manos de la burocracia, entonces, nos daremos cuenta que el régimen carecía de fundamento y de bases sólidas. Se requería entonces de una cimiente para la teoría política, y por esta necesidad surgieron dos políticos que la fundamentarían: Robert Filmer y Thomas Hobbes. El primero fundamentaba la teoría absolutista en el hecho que, según él, los monarcas gobernaban por voluntad de Dios, por ello, su autoridad era tan grande como la de Dios. En cambio, Hobbes explicaba que era necesario un rey con mucho poder y un pueblo con poco poder, ya que, para él, el hombre estaba en un continuo estado de guerra y si éste obtenía el poder, entonces, sería el comienzo de una guerra civil.
Como respuesta a estas ideas surge el planteamiento de Locke, quien refuta los planteamientos absolutistas y exige los derechos individuales del hombre, cimentados en el argumento que el estado no es una creación de Dios, sino, una unión política realizada a partir de hombres libres e iguales.
Según Locke el estado natural del hombre, es un estado de perfecta libertad e igualdad “El hombre tiene una incontrolable libertad de disponer de su propia persona o sus posesiones”. Pero sin importar que en el estado de naturaleza la libertad sea absoluta, existe una ley natural que nos rige a todos, “que ningún hombre debe dañar a otro en lo que atañe a su vida, salud, libertad o posesiones”.
Pero él no considera que puede que esta libertad sea quebrantada por algún agente externo, entonces podríamos entrar a decir que hay de dos tipos de libertades, una, la ideal, que sería la libertad que cada quien se supone que tiene, en donde nada ni nadie puede atentar contra su vida, su salud, libertad o posesiones, y que tiene como límite unas reglas o leyes impuestas para un bien común; y la segunda libertad, la llamaría yo, la libertad real, que es la libertad desde los ojos de la desigualdad, una libertad subjetiva, dependiendo de lo que la persona tiene, o hace; es decir, depende de factores externos. Por ejemplo, si nacemos en una familia de esclavos, lo más seguro es que yo esté destinado a seguir siendo un esclavo más.
Sabiendo esto, podemos concluir que la teoría política de Locke fue un fundamento para la organización política actual por su aporte sobre los derechos individuales y la organización del estado, la cual, terminó desembocando en la revolución de un país, Inglaterra.



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